Decías dolor, muerte y llantos,
vago pasaje del inframundo,
detrás de muros de fuego,
y te persigue un anhelo inquisidor.
Y en esta noche, un dulce cordero;
sacrificio de largos días invernales.
Trémulos mares celestiales,
pasaje del inframundo cegador.
Oscura noche monótona de sangre,
que dices extraña y petulante;
un empujón irrevocable,
de las esquizofrenicas tristezas,
es mi muerte irremediable.
Renzo Rubén Anconetani
jueves, 22 de octubre de 2009
Inframundo y dolor
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