domingo, 3 de octubre de 2010

¿Qué nos está pasando?

Parece que sos otra hoy, tus encantadores ojos verdes con ese precioso anillo oro que tanto añoro tener no alumbran más mis tardes como siempre lo han hecho. Al contrario, están cerrados. Y a través de los pensamientos nos fundimos como la sombra de dos gárgolas esperando el tenue naranja cielo del amanecer.
¿Qué nos está pasando? Solo el encanto de tus labios sobre los míos pueden describir esta situación. Solo.., más solo que un perro estoy. Pero es que ni los perros están más solos que yo. Y por eso es que te extraño. Sin vos, sin tu caucásica y suave piel no puedo seguir por este sendero de irreversible soledad.
Y en mis pensamientos ahí estás, con aquel vestido de ese hermoso verano que pasamos juntos los dos.
¿Qué nos está pasando? Hoy solo tomo aquel añejo whiskey que me hace olvidar que todavía soy un ser humano con lágrimas entre mis ojos.
Soy un lobo suelto en la ciudad pero aún existe esa aureola entre mis dedos que me ata plenamente a tu recuerdo.
El tiempo, el tiempo se difumina tan a prisa que ni una medida del más fino licor hace valer los segundos sin tu presencia.
¿Qué nos está pasando? Aquella mochila que llevo sobre mis hombros es pesada y molesta. Lastima mi espalda con suaves punzadas de esa espada de aquella estatua que aparece en los libros de justicia. Ni el licor entre copas alivian este sufrimiento vispertino que no deja descansar ni al más fuerte de los hombres.
¿Qué nos está pasando? Tal vez ya no debería preguntar eso. Las tenues luces de la ciudad juegan con mi percepción tras mis lágrimas.
En aquel puente, del viejo Rosario, bajo las pocas estrellas que aún se ven en el cielo de la madrugada, con mis zapatos de goma y mi camisa rallada simplemente dejo mi cuerpo caer al agua helada.

Renzo Rubén Anconetani